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About the Author

José Eguigure is a Mid-Career Master in Public Administration student and Edward S. Mason Fellow at the John F. Kennedy School of Government, Harvard University. LinkedIn: www.linkedin.com/in/joseeguigure

Acerca del Autor

José Eguigure es un estudiante del Programa Mid-Career Master in Public Administration y Edward S. Mason Fellow de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard. LinkedIn: www.linkedin.com/in/joseeguigure

Communities and COVID-19 Recovery Policy Implementation

Learning from the example of rainwater harvesting systems in Honduras

by | Apr 9, 2020

Photos by José Eguigure

 

As a current student at the Harvard Kennedy School (HKS), I attended a virtual session called “The Fog of War: Real Time Lessons for Developing Countries in the Fight Against Covid-19” taught by Professor Ricardo Hausmann. Hausmann strongly recommended that we focus our attention on what happens afterward, since “this crisis is not going to be a short war.” As a result, I repeatedly asked myself how emerging nations such as my home country of Honduras will cope with economic and social recovery after Covid-19. The country has long faced the challenges of climate change, lack of transparency and extreme poverty. Now Covid-19 was complicating the situation even more. According to the World Bank, in 2018, 48.3 percent of people were living below the poverty line in Honduras and, had one of the highest inequalities rates in the world, with a GINI index of 50.5 in 2017.

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Some of the key strategies rest with communities and how governments implement good policy for community empowerment.  Based on my experience working as a development practitioner on human rights, public health, vulnerable populations and climate change for a decade and a half in Central America, I have realized how important empowered communities are in times of crisis. Communities can better address unexpected issues—a coup d’état, hurricanes andpandemicswhen they have capacity to adapt and respond with empathy and speed. Higher participation among women also contributes to improved success in handling crises as I observed in my work. Thus, designing policies and programs to enhance resilience among communities should be a high priority for government officials. They can build this capacity and respond to the Covid-19 aftermath by using evidence-based approaches combined with good policy implementation; this can achieve results in the short run and also contribute to positive impact in the long term.

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A good example of this is the use of a holistic smart-agriculture approach such as rainwater harvesting systems, addressing several issues simultaneously (e.g. food security, higher income, water availability, and capacity building). In 2017 the U.S. nonprofit Global Communities directed research to evaluate the impact of using community rainwater harvesting systems among small farmers affected by climate change in southern Honduras. Its findings demonstrated the effectiveness of these systems in yielding at least three production cycles per year even in the most extreme weather. It was the first time that farmers could produce valuable crops in the dry season such as watermelon and corn. Profitability then increased from -34% to 317% (both crops showed high marginal return rates over 300%) during the dry season. Using reservoirs with a storage capacity between 8,000 and 20,000 cubic meters, farmers could plant up to 10 hectares of water-intensive crops such as corn (800 to 1,000 cubic meters per hectare) and could irrigate three hectares simultaneously without using water pumps. This evidence supports the promotion of policies using public and private investments to scale up water-harvesting technology across Honduras.

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As HKS Professor Matt Andrews states, a measure of success of good public policy implementation depends on its levels of legitimacy and its functionality: legitimacy in terms of the type of support needed from key stakeholders and functionality as the impact this policy creates in the long run. Innovative policies such as scaling up rainwater harvesting systems nationwide will likely face high levels of unknowns, especially after Covid-19. The approach to implement this policy, then, will require adaptive components in which many stakeholders—including communities—will need to be involved in the implementation, evaluation, experimentation, and iteration of new strategies. I know from my own experience that significant changes can happen when communities are part of the processes that impact their own development. This should become the norm when determining policies for recovery.

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Comunidades e implementación de políticas de recuperación tras Covid-19

Aprendiendo de la experiencia de las cosechas de agua de lluvia en Honduras

Por José Eguigure

Como estudiante en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy (HKS) de la Universidad de Harvard, asistí a una sesión virtual llamada “La Niebla de la Guerra: lecciones en tiempo real para los países en desarrollo en la lucha contra Covid-19” impartida por el profesor Ricardo Hausmann. Hausmann recomendó enfáticamente centrar nuestra atención en lo que sucederá después, ya que “esta crisis no será una guerra corta”. Tras finalizar, me pregunté repetidamente cómo naciones emergentes, incluyendo Honduras, mi país de origen, afrontarán la recuperación económica y social después de Covid-19. El país ha enfrentado durante mucho tiempo los desafíos del cambio climático, la falta de transparencia y la pobreza extrema. Ahora Covid-19 está exacerbando la situación aún más. Según el Banco Mundial, en 2018, el 48.3 por ciento de la población vivía por debajo de la línea de pobreza en Honduras y el país contaba con una de las tasas de desigualdad más altas del mundo, con un índice GINI de 50.5 en 2017.

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En respuesta a esa situación, algunas de las estrategias claves recaerán en las comunidades y cómo los gobiernos implementan buenas políticas para su empoderamiento. En base a mi experiencia trabajando como profesional del desarrollo en derechos humanos, salud pública, poblaciones vulnerables y cambio climático durante una década y media en Centro América, me di cuenta de la importancia de comunidades empoderadas en tiempos de crisis. Las comunidades pueden abordar problemas inesperados de manera más efectiva—un golpe de estado, huracanes y pandemias—cuando tienen la capacidad de adaptarse y responder con empatía y rapidez, pero sobre todo cuando existe una alta participación de mujeres. En ese sentido, el diseño de políticas y programas para mejorar la resiliencia entre las comunidades debería ser una alta prioridad para los funcionarios del gobierno. Estos últimos pueden desarrollar esta capacidad y responder a las secuelas de Covid-19 mediante el uso de enfoques basados ​​en evidencia combinados con una buena implementación de políticas públicas; y, por consiguiente, lograr resultados inmediatos y también contribuir a un impacto positivo a largo plazo.

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Un buen ejemplo de lo anterior es el uso de un enfoque holístico de agricultura inteligente, tal como el sistema de cosechas de agua de lluvia, cuyo abordaje comunitario responde a varios problemas simultáneamente (por ejemplo, seguridad alimentaria, mejora de ingresos familiares mayor disponibilidad de agua y desarrollo de capacidades). En 2017, Global Communities, una organización no gubernamental sin fines de lucro llevó a cabo una investigación para evaluar el impacto del uso de sistemas comunitarios de cosechas de agua de lluvia entre pequeños agricultores afectados por el cambio climático en el sur de Honduras. Sus hallazgos demostraron la efectividad de estos sistemas para producir al menos tres ciclos de producción por año, incluso en climas extremos. Fue la primera vez que los agricultores produjeron cultivos rentables como sandía y maíz en la estación seca, aumentando su rentabilidad de -34% a 317% (ambos cultivos mostraron altas tasas de retorno marginal por encima del 300%). Utilizando embalses con una capacidad de almacenamiento de entre 8,000 y 20,000 metros cúbicos, los agricultores podrían plantar hasta 10 hectáreas de cultivos con alta demanda hídrica como el maíz (800 a 1,000 metros cúbicos por hectárea) y podrían regar tres hectáreas simultáneamente sin usar bombas de agua. Esta evidencia respalda la promoción de políticas utilizando inversiones públicas y privadas para expandir el uso de la tecnología de cosechas de agua en todo Honduras.

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Como lo afirma Matthew Andrews, profesor en HKS, el éxito de una buena implementación de políticas públicas depende de sus niveles de legitimidad y su funcionalidad: legitimidad en términos del tipo de apoyo que necesitan de actores claves involucrados y la funcionalidad en función del impacto que esta política creará a largo plazo. Las políticas innovadoras, como ampliar los sistemas de cosechas de agua de lluvia a nivel nacional, probablemente enfrentarán altos niveles de incertidumbre, especialmente después de Covid-19. El enfoque para implementar esta política, entonces, requerirá componentes adaptativos en los que actores claves, incluyendo las comunidades, deberán participar en la implementación, evaluación, experimentación e iteración de nuevas estrategias. Sé por experiencia propia que cambios significativos ocurren cuando las comunidades de manera inclusiva son parte de los procesos que impactan su propio desarrollo. Por lo tanto, esto debería convertirse en la norma al determinar las políticas de recuperación en Honduras y otros países de la región centroamericana.

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