La Boca del Metro

“Dupont Circle – 10/52” by Phil Roeder is licensed under CC BY 2.0

​Son las ocho de la tarde y acabo de llegar a la boca del metro. El calor del verano ha llegado pero las brisas frescas de la primavera todavía no se han ido. La luz tiene cierto toque romántico; el sol, que ya no se puede ver, dejó su brillo anaranjado y las farolas, recién encendidas, añaden iluminación a la calle. Oigo los motores de los coches que están buscando aparcamiento y también el claxon de los que intentan llegar a casa lo más pronto posible después de un largo día laboral. Yo veo a las chicas que tienen veinte y tantos años caminando con brío mientras hablan de sus novios, los muebles de la casa y el color del pelo de sus colegas. A la izquierda de la boca del metro hay muchos señores con traje que miran una presentación colorida de flores intentando recordar cuáles son las que prefieren sus mujeres. La gente parlotea de los mejores restaurantes del barrio y echa un vistazo con envidia a las parejas, que sentadas en las terrazas, ya están aprovechando la comida. Los olores de una mezcla gastronómica llenan el aire. En el pequeño parque, que se ubica enfrente de la boca del metro, los novios se besan y algunas personas sin hogar se sientan tranquilamente y miran pasar la vida de los demás como si fuera la suya. Aún tengo en la mano el periódico que quería leer pero, con tanto observar, se me hace imposible hacerlo. No soy la única persona que espera a un amigo en este lugar tan popular.

-Buenas tardes, Regina.- dice mi amigo, -¿Dónde quieres cenar?