Useful Relics
The Living History of Chivas in Sonsón
In the Colombian village where I grew up, the most common way to tell the time was seeing Don Noé’s chiva going up and down the road. A short and colorful bus with a wooden body, it connected the local peasants with the town of Sonsón for more than thirty years. The chiva followed a faithful and uninterrupted routine: at six in the morning, it departed from the town to the villages carrying the day laborers who worked the fields; at noon on the dot, it returned after people had done their errands in town; at four in the afternoon it would go back to the villages and come back before sunset; and, on weekends, it included a night schedule to carry families that had gone grocery shopping back to their farms.
- Chivas are strong-chassis buses (usually from U.S. brands like Ford or Dodge) fitted with wood and metal bodies, benches as chairs, barred windows, open doors, and roof rails or bars.
- For decades, they have been a rural solution for transporting cargo and passengers from the countryside to towns and cities.
Today, chivas like Don Noé’s are traditional oddities in modern cities of metros, omnibuses and Transmilenio. In various cities worldwide, from Bogotá to New York, chivas are folkloric delicacies reserved as “chivas rumberas” or party buses for birthdays, weddings and other celebrations.
- Chivas’ strong metal frames and wooden bodies allow for both toughness and flexibility that perfectly adapt to the rocky and rough terrain of the mountainous and difficult roads of Latin America.
- Chiva “La Poderosa” (The Mighty One) in front of the town’s city hall.
However, these vehicles from the last century are more than part of Colombian historical legacy; they are still an essential part of public transportation in the country’s most distant rural areas. Chivas, or rather “Chicken buses,” “Red Devils,” “Guarandingas” or “Paus-de-Arara,” as they are known in Guatemala, Panama, Cuba and Brazil, are used in other parts of Latin America where mountainous geography and unpaved roads are a challenge for mobility.
- These rugged vehicles have affectionate names like “the little girl,” “the loving one,” “the dancer,” etc., and have become cultural icons and pieces of art, adorned with picturesque colors, Arabesque decorations, local figures, and religious images.
- Two colorful arabesque decorated chivas in front of the town’s main supermarket.
Chivas, also known as “Escaleras” or Ladders, are a cultural emblem in many towns in Colombia, like my hometown of Sonsón. Known as the founding cradle of western Antioquia, Sonsón is one of those places where time has stopped to celebrate an image of tradition and history. In this context, chivas give a 20th-century air to a town that, after 201 years of history, still preserves wattle and daub houses, colonial balconies, muleteers and pack mules.
- Chivas have ladders (hence their name) usually made of metal and generally located at the vehicle’s rear. These ladders allow people to travel and carry agricultural products and animals on roof-racks on top of the buses.
- A chiva in Sonsón’s main plaza and the town’s principal cathedral.
Sonsón, like the many towns where Chivas are indispensable for transportation, is a rural municipality with an agricultural economy. Here, peasants survived the advent of the computer age and still depend on these rustic vehicles to connect with the modern world, sell their products, and access essential services such as education and health.
- A group of pack mules carrying agricultural produce up the hills of Sonsón.
- Muleteers outside of Sonsón.
For some, chivas are tokens of a not-so-modern modernity. They are controversial memories of underdevelopment, as old and rustic vehicles that are emblems of Colombian cultural diversity and creativity rather than vehicles suitable for modern transportation. For me, however, they are useful relics that carry an elegance and capacity that other contemporary transport systems would envy.
- Chivas are essential parts of peasant life, so much so that they have become bearers of news and omens. If one day the chiva is late or does not arrive, people think that something bad could have happened.
- Day and night, chivas complete their daily routes, connecting towns and rural areas.
With the country’s economic development, it is to be expected that chivas will become museum artifacts and exhibits at cultural fairs and popular celebrations. Despite that, for the moment, they are an indispensable part of Colombian transportation and rural Latin America.
Reliquias útiles
La historia viva de las chivas sonsoneñas
Por Cristián García Loaiza y Daniel Martínez García
En la vereda colombiana donde crecí la forma más habitual de saber la hora era ver bajar o subir la chiva de don Noé, un camión corto y colorido con carrocería de madera, que por más de treinta años conectó a los campesinos con el pueblo de Sonsón, siguiendo una rutina fiel e ininterrumpida: Bajaba a las seis de la mañana a dejar los jornaleros, regresaba al medio día en punto después de que la gente hacía sus vueltas y mandados, a las cuatro de la tarde volvía a bajar para luego subir antes de caer el sol, y los fines de semana incluía un horario nocturno a las siete de la noche para regresar a las familias que salían al pueblo a hacer sus compras.
- Las chivas son camiones de chasis fuerte (usualmente de marcas estadounidenses como Ford o Dodge) que fueron condicionados con carrocerías de madera y metal, sillas de banco largas, ventanas con barras, puertas abiertas, y techo con rejillas o barras.
- Por décadas han sido una solución rural para transportar carga y pasajeros desde el campo hasta los pueblos y ciudades.
Hoy las chivas, como la de don Noé, son unas rarezas folclóricas en las ciudades modernas de metros, autobuses y Transmilenio. En varias ciudades del mundo, desde Bogotá hasta Nueva York, las chivas son todas unas delicadezas criollas reservadas como “chivas rumberas” o discotecas móviles para cumpleaños, matrimonios y otras celebraciones.
- Con un chasis fuerte de hierro y una carrocería de madera, las chivas cuentan con una dureza y flexibilidad que se adapta perfectamente al terreno rocoso y accidentado de las carreteras montañosas y difíciles de América Latina.
- Chiva “La Poderosa” en frente a la alcaldía del pueblo.
Sin embargo, estos vehículos de un siglo pasado son más que parte del legado histórico colombiano, todavía son una parte esencial del transporte público en los poblados rurales más distantes del país. Las chivas, o más bien “Chicken buses”, “Diablos rojos”, “Guarandingas” o “Paus-de-Arara” como se les conoce en Guatemala, Panamá, Cuba y Brasil, son usadas en otros lugares de America Latina donde la geografía montañosa y las carreteras sin pavimentar son un desafío para la movilidad.
- Estos vehículos transportadores de carga y personas, con nombres afectuosos como “La niña”, “La cariñosa”, “La Bailarina” etc., se han convertido en iconos culturales y piezas de artes, adornadas con pintorescos colores, decoraciones arabescas, figuras locales e imágenes religiosas.
- Dos chivas coloridas decoradas con arabescos.
En muchos pueblos de Colombia, como mi pueblo natal de Sonsón, las chivas, también conocidas como escaleras, son un emblema cultural. Como una de las cunas de la fundación del Oriente Antioqueño, Sonsón es de esos lugares donde el tiempo se detuvo para celebrar una imagen de tradición e historia. Las chivas le dan un aire de siglo veinte a un pueblo que, después de 201 años de historia, todavía preserva casas de bareque, balcones coloniales, arrieros y muladas (grupo de caballos o mulas de carga).
- Las chivas cuentan con escaleras (de ahí su otro nombre), usualmente de metal y generalmente ubicadas en la parte trasera del vehículo, que les permiten a las personas viajar y cargar productos agrícolas o animales en el techo del autobús.
- Una chiva en la plaza principal de Sonsón.
Sonsón, como varios de los pueblos donde las chivas son un eje esencial del transporte, es un municipio rural con una economía agrícola donde los campesinos han sobrevivido al advenimiento de la era informática y aún dependen de estos vehículos para conectarse con el mundo moderno, poder vender sus productos, y tener acceso a servicios esenciales como la educación y la salud.
- Un grupo de mulas cargando productos agrícolas por los cerros de Sonsón.
- Arrieros en las afueras de Sonsón.
Para algunos, las chivas son símbolos de una modernidad no tan moderna. Son controversiales recuerdos del subdesarrollo, como vehículos antiguos y rústicos que son más bien símbolos de la diversidad cultural y creatividad colombiana y no métodos de transporte aptos al contexto de movilidad actual. Sin embargo, para mí son unas reliquias útiles que portan una elegancia y capacidad que otros sistemas de transporte contemporáneos envidiarían.
- Las chivas son partes esenciales de la vida campesina, tanto así que se han convertido en portadores de noticias y presagios—si un día la chiva está tarde o no llega se piensa que algo malo pudo pasar.
- Día y noche, Chivas completan sus rutas diarias, conectando pueblos y zonas rurales.
Con el desarrollo económico del país es de esperarse que las chivas pasen a ser artefactos de museos y piezas de exhibiciones en ferias populares o vehículos de rumba. Sin embargo, por el momento son una parte indispensable del transporte colombiano y de la America Latina rural.
Fall 2021, Volume XXI, Number 1
Cristián García Loaiza, photographer, is a Sonsón native and industrial engineer from the University of Antioquia. He currently resides and works in Sonsón, the cradle of Antioquia.
Daniel Martínez García, author, is also native to Sonsón, trained in Social Sciences and Philosophy, with a master’s degree in International Education Policy, both from Harvard University. He currently resides in Washington DC, where he works and writes on topics related to Latin America.
Cristián García Loaiza, fotografías, es un sonsoneño formado en Ingeniería Industrial en la Universidad de Antioquía. Actualmente reside y trabaja en Sonsón, la cuna de la antioqueñidad.
Daniel Martínez García, autor, es un sonsoneño formado en Ciencias Sociales y Filosofía, con una maestría en Políticas de Educación Internacional, ambos en la Universidad de Harvard. Actualmente reside en Washington D.C., donde trabaja y escribe sobre temas relacionados con América Latina.
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